
Cada segundo que pasa se torna mas insoportable.
Busco reparar en un espacio aislado de todos.
Desearía cavar un pozo y enterrarlos a todos,
dejar de fingir esta agonía que realenta mis sentido aquí.
En el placer de soñar, estar despierto es una tarea tediosa,
se asemeja a la tela que lentamente teje la araña,
y yo me encuentro aracnofóbico en mi terreno.
Soy acaso un acabado reflejo de lo que otro pretendia que fuera.
Primero los pies descalzos fuera de la sábana,
luego el crujir de la madera debajo de los pasos,
el espejo único testigo de aquel acto.
La doble hoja obsesivamente seleccionada.
La piel erizada, rota, crocante,
las manos alisadas, cada dedo en su lugar,
la mirada perdida en algún punto distante,
la gota que rebalsa la bacha de mármol de carrara.